Un buen regalo de navidad: sabiduría garantizada

Como es navidad nos vamos a regalar en este post una extraordinaria película que a mí me gusta ver de vez en cuando para centrarme en lo importante. Es “Sabiduría garantizada” de Doris Dörrie estrenada en 2000. Se puede ver libremente en You Tube en 11 videos, comprarla, o verla de otras maneras menos respetuosas con el esfuerzo realizado por sus creadores.

La película nos muestra a dos hermanos alemanes, de mediana edad, casados y cada uno con su vida. Uno de los hermanos se dedica a domesticar la energía sublime en los hogares alemanes: te dice donde hay que poner la cama y en que lugar de la mesa sentarse para no quedarse en corriente energética. Él ama el zen, aunque más que nada ama su parafernalia: el palito de incienso, la fuente de agua, el jardín desolado, un poco de arena con unas piedrecitas encima de una mesa auxiliar que peina todas las mañanas.

El hermano más joven acaba de perder pie porque le ha abandonado su mujer sin previo aviso, de la noche a la mañana, llevándose a todos sus hijos. Está francamente pesado con tanta llorera y se empeña en acompañar al otro hermano al viaje que lleva planeando desde hace más de un año a Japón, como si fuera la Meca, con retiro incluido en un templo budista. Puesto que la noche de la víspera del viaje está bastante borracho y llorón, al hermano no le queda más remedio que aceptarle.

Tokio es una ciudad inmensa, ruidosa, llena de prisas, un hormiguero de japoneses bajitos con aparatos colgados de todos sitios como adornos punkis. La primera noche se pierden y ya no vuelven a encontrar el hotel.

Bien, la primera en la frente en su viaje iniciático: así que de vagabundos por Tokio. Acaban de perder pie. No les queda nada ni son nada. No se lo toman tan mal, sufren, se preocupan, roban, duermen en los parques. En el momento más dramático encuentran a una compatriota que les ayuda. Así que, después de unas semanas ganando algún dinero, terminan en el monasterio.

En la segunda parte Doris Dörrie nos enseña la vida monacal y el esfuerzo tremendo que tienen que realizar los dos hermanos para adaptarse. Luego describe la alegría y el silencio.

Pierden la prisa y encuentran un lugar más íntimo en sí mismos. Aprenden a guardar un orden, a reverenciar las cosas, a barrer, a oír el viento y el misterioso graznido de los cuervos, a pararse, a pararse de verdad, a comer con gusto, a cansarse, a participar, a callarse, a reírse, a vestirse despacio. Es todo muy sencillo.

Doris Dörrie nos deja ver, sin querer explicarnos nada, como van cambiando ambos hermanos, cada uno desde su forma de estar en el mundo. Como se van calmando, limpiándose mentalmente, limpiando sus sentidos, barriendo y poniendo orden en sus sentimientos y emociones, como van cocièndolos y maceràndolos, sin hacer nada, simplemente algo que les ocurre, hasta irlos colocando en su sitio. Es impresionante verlos desde la prisa y el desconcierto de sus vidas cotidianas hasta esa calma y la tolerancia ante lo que ocurre en el tramo final de la película.

Sin embargo no hay moralina, ni tomas de partido. Doris Dörrie simplemente nos deja ver el proceso de descubrimiento interno y alegría de vivir de estos dos seres que con sencillez siguen una rutina de limpieza que se ha ido perfeccionando a través de los siglos. No hay grandes palabras, menos aún grandes ideas, tampoco verdades como dogmas, ni siquiera tomas grandilocuentes o rebuscadas, simplemente nos muestra lo que ocurre en un monasterio zen de Japón, para lo que tuvo que participar de su vida mientras hacía la película.

-"¿Conectar con el budismo le dio más alegría de vivir de la que tenía antes?" –le preguntaron a Doris Dörrie en una entrevista con motivo del estreno de la película.

-"Sí, pero esto no vino por sí solo. Como la mayoría de la gente yo también soy bastante ignorante en este sentido y necesitaba que me cayera un ladrillo en la cabeza. Fue el momento en que mi marido enfermó de cáncer de hígado. Tenía que pensar en otras cosas para dominar el miedo y poder cuidar de él y de mi hija y no saltar por la ventana del susto. Y la simple intención de concentrarme en lo que estaba haciendo en cada momento y resolverlo de la mejor forma me ayudó a no enloquecer. Contado así suena muy triste, pero lo que me importaba reflejar en la película es la alegría que desprende. Lo cierto es que en el mismo paquete, junto con la parte seria hay una invitación a tomar las cosas con cierta ligereza, porque si vamos a morir de cualquier forma, podemos llevar las cosas con mejor ánimo, quitándonos peso de los hombros y aprovechar el momento lo mejor posible.”

Bodhidharma, el templo Shaolín y la atención correcta

Bodhidharma ya era viejo cuando llegó a China. Tenía 67 años, dice la tradición. Había hecho un largo viaje por mar siguiendo un mandato de su maestro que le había pedido que predicase el budismo más allá de la India cuando él muriese.

Bodhidharma llegó a la India en el año 527 y se instaló en el templo Shaolín, en el pueblo de Dengfeng, en la provincia de Henan y, aunque era viejo, no tenía prisa.

Cuando le fue concedida una audiencia por el emperador y este se jactó de la cantidad de templos que había creado en su país y del número siempre creciente de monjes que se habían formado bajo su amparo, Bodhidharma respondió que eso pertenecía al mundo de la apariencia y que no había ganado ningún mérito.

Acto seguido se retiró a una cueva al noroeste del templo, donde pasó, dice la tradición, los siguientes nueve años de su vida delante de una pared en meditación.


Como ya era viejo y llevaba bastante tiempo sin moverse, cuando, después de esos nueve años, se levantó, le dolían los miembros entumecidos. Dicen que por esta razón inventó un ejercicio de 18 movimientos, lo que se conoce hoy en día como las 18 Rutinas del Arte Marcial Shaolín.

En este templo de leyenda hay una instrucción esencial para los adeptos y alumnos que la traigo aquí porque me parece que viene muy bien a cuento para poder avanzar, aprender y salir de esta ya larga crisis en la que estamos metidos. Nos viene bien a todos por el respeto, la austeridad y la atención correcta que implica, pero me parece que es fundamental para lo políticos, y debería figurar en un lugar privilegiado de sus despachos.

ORGANÍCESE
  1. Usted abrió, cierre.
  2. Encendió, apague.
  3. Contactó, corte.
  4. Ensució, limpie.
  5. Está usando algo, trátelo con cariño.
  6. Rompió algo, repárelo.
  7. No sabe arreglarlo, llame a alguien que sepa.
  8. Para usar lo que no le pertenece, pida permiso.
  9. Pidió prestado, devuelva.
  10. No sabe como funciona, no intervenga.
  11. Es gratis, no lo desperdicie.
  12. No lo convocaron, no se entrometa.
  13. No lo sabe hacer mejor, no critique.
  14. No vino a ayudar, no perturbe.
  15. Prometió, cumpla.
  16. Ofendió, discúlpese.
  17. No le preguntaron, no haga conjeturas.
  18. Habló, asúmalo.

Yoga en Internet

Este post quiere dar paso a otras personas que se ocupan del yoga y presentaros algunas webs que me han parecido interesantes o curiosas sobre yoga y espiritualidad.

No pretende ser una lista exhaustiva, para esto tenéis los enlaces que se publican en la web Yogadharsana, una web que me parece excepcional.

Tampoco pretendo presentaros las mejores webs sobre estos temas porque es algo subjetivo y, además, difícil de decidir, me siento incapaz de rastrear Internet tan pormenorizadamente sin ser Google. Las páginas web que publico aquí son las que he ido descubriendo a lo largo del tiempo y que me han resultado interesantes por diversos motivos que describo en el comentario.

Si os resultan curiosas o atrayentes por la razón que sea, y si aprendemos algo con ellas, me sentiré muy satisfecho.

No es una lista cerrada; en post sucesivos iré ampliándola o comentando alguna otra que vaya descubriendo en mis andanzas por la red. Si alguien de vosotros sabe de una web que le resulte especialmente interesante, no dejéis de decírmelo, por favor. La miraré con atención y estudiaré su inclusión en el blog.

En este primer post organizo webs que de un modo u otro hablan de yoga. Si pinchais en los enlaces de más abajo aparecerá la página con toda la información.  En una segunda entrega veremos webs temáticas de espiritualidad.

La primera parte sobre webs de yoga tiene varios apartados:
  • Páginas sobre yoga en general.
  • Tipos de yoga: Asthanga yoga, Nidra yoga, Kundalini yoga.
  • Otros yoguis famosos.
La segunda parte está dedicada a: 
  • Yoga en la India.
  • Yoga en Madrid, España.
  • Revistas sobre yoga.
  • Blogs, redes sociales y foros de yoga.
  • Otros temas relacionados.

Pachimotanasana, la asana fundamental


Esta asana es el eje y el núcleo de todas las demás asanas de yoga. Activa y hace funcionar la bisagra esencial de nuestro cuerpo, la bisagra de la cadera, la zona abdominal.

La asana comienza en la posición de sentados en el suelo con las piernas juntas y estiradas, los brazos también estirados por encima de la cabeza. En esta posición nos detenemos un momento hasta que sentimos que estamos perfectamente alineados en ángulo recto, con los brazos extendidos por encima de la cabeza hacia el cielo. Bien estirados los hombros, hasta que nos sentimos estables, perfectamente asentados en el suelo y sin renunciar al cielo, perseverantes, dispuestos.

La mente está atenta, a la expectativa, elástica, como un tigre observando a su presa, a punto para el salto. Somos conscientes de la respiración. Cuando hemos suspendido las oscilaciones del cuerpo y hemos calmado la mente, dejamos caer el tronco hacia las piernas hasta que la frente toque las espinillas. Si no es posible, servirá el ángulo, cuanto más agudo mejor, que podamos realizar entre el tronco y las piernas.

Poco a poco, ayudados por la disposición anterior, nos vamos interiorizando, recorriendo el cuerpo mentalmente desde los dedos de los pies, subiendo por detrás de las piernas y la espalda, recorriendo la cabeza hasta desembocar en un punto del lóbulo prefontral, en el entrecejo. Ahí, dicen los yoguis, se encuentra el chakra Ajna que está asociado con el conocimiento y la intuición y, sobre todo, con la integración de la dualidad entre conocimiento racional y emocional.

Seguimos nuestro recorrido con la mente. Ahora vamos bajando por la zona delantera, fijándonos especialmente en la relajación de la cara, que constituye un termómetro muy exacto de hasta que punto estamos tensos en la postura. Seguimos por el pecho y el abdomen hasta llegar de nuevo a los dedos de los pies. Realizamos el recorrido circular completo dos o tres veces, relajando progresivamente, más y más cada vez, las partes que sintamos tensas porque cuanto más relajadas estén más cómoda y fácil nos resultará la postura.

En el momento que sintamos que hemos conseguido una buena relajación, conscientes de todo el cuerpo, fijaremos la atención en el entrecejo y ahí nos quedaremos, concentrados, conscientes e inmóviles. La respiración abdominal profunda masajea los órganos internos, los pulmones, el hígado, el bazo, el páncreas, los riñones, mejorando la circulación y oxigenándolos. Podemos notarlo perfectamente si estamos en lo que estamos.

Pachimotanasana es una asana de interiorización y recogimiento que facilita enormemente la concentración. También es una reverencia a nuestra vida, simbolizada en esa sístole y diástole que sentimos en armonía con la respiración. Es una reverencia a la vida, al mundo, una aceptación profunda de nosotros mismos, de lo que nos acontece, un consentimiento y una afirmación de lo que está ocurriendo en nuestra intimidad más profunda aquí y ahora.

Esta asana se puede mantener mucho tiempo. Cuando estemos acostumbrados podemos permanecer desde un minuto hasta 20 minutos, pero deberemos deshacerla si se altera la respiración, sentimos sufrimiento o si se nos duermen las extremidades.

Demasiado tiempo en Pachimotanasana

Otros beneficios:
  • Profundización en el propio esquema corporal; mayor finura en la percepción de éste y en el conocimiento del impacto corporal de las oscilaciones mentales y emocionales.
  • Contribuye a un buen alineamiento de la columna vertebral, estirándola y dotándola de mayor flexibilidad.
  • Refuerza los músculos del abdomen y al mismo tiempo reduce la grasa abdominal.
  • Estira el nervio ciático, lo que ayuda a prevenir los problemas de ciática.
  • Combate el extreñimiento.
  • Proporciona un estado de calma y tranquilidad que ayuda a obtener los máximos beneficios de toda la sesión de yoga.

Delacroix y el romanticismo

Un día fuimos a ver la exposición de Delacroix, en Madrid, en Caixa Forum, en pleno romanticismo. El nuestro, atemperado y maduro, de pareja que se ama y se admira; el suyo solitario, salvaje y aventurero, triste y desesperado como muestra su autoretrato de 1837. Otro autorretrato, al lado, en la misma exposición y en la misma pose, tres años más tarde, pintado con una frialdad valiente de desesperado, nos muestra a Delacroix mucho más delgado, demacrado, muy triste, algo asustado, rondando la muerte. En su biografía escrita en la pared dice que en 1840 estuvo muy enfermo.

No me gusta especialmente la pintura romántica de Delacroix, creo que ya no me gusta el romanticismo. Yo, aprendiz de yogui, me he adentrado en un camino de intimidad, armonía y conciencia que está muy lejos de esos gestos desesperados, de esos brazos abiertos, de los rostros contraídos, del cuerpo contorsionado, lejos de la fiereza y el exotismo de la vida de Delacroix. Aunque todavía queda la tendencia a la tragedia, a la pasión, al amor y a la muerte. Pero admiro el coraje de Delacroix, su valentía para encarar esa violencia, ese sentimiento trágico, esos escorzos desesperados, esa tortura vital.

Con la misma bravura con la que pinta los efectos de la enfermedad en sí mismo, pinta la fiereza asesina de los mamelucos a caballo con el alfanje en alto lanzándose sobre su enemigo sin mirar la lanza de éste que está a punto de clavársele en el estómago. También impresiona el exotismo de las mujeres, la violencia de los cuerpos desnudos o el cinismo del noble descubriendo el cuerpo de su amante desnuda a su marido, levantando la sábana hasta taparle la cara, como si ella no fuese nada, un objeto.

Salvaje como Lord Byron, cruel también, solitario como Baudelaire, regodeándose en su individualidad y su ser distinto, en su contracorriente, admiro sin embargo su capacidad, su genio, su arrojo, su indiferencia por sí mismo; también admiro su capacidad de trabajo, todos los bocetos que se muestran en la exposición, sus diarios, los cuadros que preparaban otros cuadros, horas y horas de trabajo en su taller, en sus viajes, perfeccionando su arte, ambicioso y consecuente.

Un gran hombre, un romántico, un hombre cargado de cosas, de éxito también, el reverso de la medalla de un yogui. Un hombre en el filo de la navaja, quizá un hombre sin ataduras banales, quizá otra manera de ser un yogui.

Es posible que haya tantas...

Samsara es Nirvana y Nirvana es Samsara

Lo más complicado para un yogui que se encuentra en la encrucijada de Cuatro Caminos no es la duda hacia donde dirigirse en esa plaza de Madrid que se abre al mundo en forma de cruz y se desparrama en una algarabía de gentes y culturas. Lo difícil es ceder al ruido y al barullo sin decir nada, ni un solo comentario.

Estupefacto, parado en una esquina que mantiene a la vista los cuatro puntos cardinales, con los ojos brillantes, no elige. A este yogui le resulta fácil no escoger ningún camino: ni el camino del Norte, ni el camino del Sur, ni el camino del Este, ni el camino del Oeste. Se para en una esquina y contempla a todos, su constante fluir, la belleza de su vitalidad. Mira los rostros y los cuerpos, el ritmo distinto de las horas en este enclave del mundo tan concreto y universal.


Por esa plaza camina gente de todo tipo, jóvenes y viejos, árabes y latinos, ancianos castizos que entonan con su naturalidad calmada el exotismo inquieto de las aceras donde hombres anuncio amarillos compran oro y algunos niños cubanos juegan al futbol en las calles adyacentes. Tiendas de música con las puertas abiertas, el alboroto de un mercado de barrio lleno de mercancías, los vendedores de sueños ciegos en forma de cupón de la ONCE. Los ve fluir, se siente con ellos y no escoge, feliz de estar donde está sin entrar en la vorágine.

Le resulta sencillo porque este yogui ha aprendido durante la meditación a hacer lo mismo con sus pensamientos, con sus emociones, con sus deseos. Sin moverse, en calma, atento a la respiración los ha visto transcurrir, caminar hacia el futuro o surgir desde el pasado, en forma de herida o como un deseo violento. Fluyen sus pensamientos mientras está en meditación. Pasan mientras él los ve desde la esquina de su mente con el rabillo del ojo y una sonrisa cuando la cosa marcha bien. La ira, el cansancio, la duda, el aburrimiento, el sexo, el fulgor del silencio en los instantes de contemplación, sin poner nada, el asombro... También el miedo, como siempre, de perro guardián.

Por eso ahora le es relativamente fácil acompasar la respiración y quedarse quieto en una esquina de Cuatro Caminos para mirar en calma, oler, oír, disfrutar de las gentes, de los sentimientos que también caminan con ellos, de la armonía del ritmo. Quedarse quieto, sin intervenir, sensible a los cambios, sabiendo que pone una historia cuando la pone al ver la cadencia sensual de una exótica muchacha, o sabiendo que pone ternura con un sutil sabor metálico de amenaza en la boca ante la dulce cojera y el esfuerzo sin premio de una anciana con el carrito de la compra.

Para este yogui no es difícil pararse y mirar, dejarse rodear de ruido y de vida, de historias contadas en el color de la piel o en la cadencia de un cuerpo, de la belleza de lo irrepetible o de lo instantáneo. Para este yogui lo difícil es no añadir ni un adjetivo de más, ni un juicio a lo que ve, a lo que siente: esto es bueno y esto es malo, esto me afirma y esto me niega, esto es idiota y esto es sabio, esto lo admito y esto lo rechazo.

Quedarse ahí, sin poner nada, asombrarse de cada cosa, del fluir de los vehículos que paran y arrancan como una oleada de sangre, de los tatuajes, de los cruces, de los pantalones levantacolas llevados con fantasía y orgullo, del ritmo. Sin querer nada y atento a todo porque si lo hace así sabe que eso es visión cabal, y armonía, y belleza.

Entonces Samsara es Nirvana y Nirvana es Samsara.

La autoestima y el yoga

Cuando tenemos una autoestima carente de conflicto… lo que nos motiva no es “probar” lo que valemos, sino vivir dentro de nuestras posibilidades… Si mi objetivo es demostrar que soy “suficiente”, el proyecto se prolongará hasta el infinito: un ascenso más, una conquista sexual más, una compañía más, una pieza de joyería, una casa mayor, un coche más caro; sin embargo el vacío interno no se puede llenar. En la cultura de hoy algunas personas frustradas y a las que les afecta esta situación anuncian que han decidido emprender un camino “espiritual” y renuncian a su yo. Este proyecto está llamado a fracasar. (Nathaniel Branden. Los seis pilares de la autoestima. Paidós Ibérica: Barcelona, 1995)

Está claro: los practicantes de yoga no queremos que nos ocurra tal cosa. No practicamos yoga para compensar nuestra falta de autoestima. No emprendemos un camino espiritual porque estamos frustrados y no sabemos encarar nuestro mundo ni aceptar nuestras responsabilidades. Es más, la práctica de yoga debe mejorar nuestra autoestima, no con un orgullo que nos envanezca y nos aleje de los demás, sino con una verdad que hacemos nuestra y dejamos que crezca fortaleciendo nuestro yo, nuestro propio camino, nuestro sello personal, mientras nos adentramos en el gran cambio, en la apertura que la práctica del yoga facilita.

Una espiritualidad sana fortalece la autoestima. Hay maneras múltiples de adentrarnos en el camino de la espiritualidad. Cada uno tendrá la suya, como cada uno tiene su mirada o su manera de alimentarse. Desarrollamos nuestro yo y nos hacemos únicos y solidarios, específicos. Nos pulimos y cincelamos nuestra forma personal, aunque todos, al fin, si lo hacemos bien, desemboquemos en el mismo lago.

Un camino puede ser la contemplación de la naturaleza, o el desafío a la injusticia social, la devoción ante la grandeza y el misterio del universo o la ayuda a los que más sufre. Puede ser el trabajo atento y bien hecho, o la capacidad de infundir calma, o amar y formar una familia, o la soledad sonora, como decía San Juan de la Cruz.

Hay muchas maneras de crecer. Cada uno debe encontrar su camino, no renunciar a él, como le pasó a la zorra con las uvas que, como no podía alcanzarlas, decía que no estaban maduras. Como no nos atrevemos a intervenir en el mundo decimos que despreciamos el mundo, que estamos más allá. Los yoguis y las yoguinis podemos acercarnos a nuestro mundo del siglo XXI porque no le tememos, pero nuestra mirada será distinta.

Steve Jobs y la muerte



Del discurso de graduación que dio Steve Jobs en la Universidad de Stanford en 2005:

“Nadie quiere morir. Incluso la gente que quiere ir al cielo, no quiere morir para llegar allá. La muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y es como debe ser porque la muerte es muy probable que sea la mejor invención de la vida. Es su agente de cambio. Elimina lo viejo para dejar paso a lo nuevo. Ahora mismo, vosotros sois lo nuevo, pero algún día, no muy lejano, seréis los viejos. Y seréis eliminados. Lamento ser tan trágico, pero es cierto. Vuestro tiempo tiene límite, así que no lo perdáis viviendo la vida de otra persona. No os dejéis atrapar por dogmas, no viváis con los resultados del pensamiento de otras personas. No permitáis que el ruido de las opiniones ajenas silencie vuestra voz interior. Y más importante todavía, tened el valor de seguir vuestro corazón e intuición, porque de alguna manera ya sabéis lo que realmente queréis llegar a ser. Todo lo demás es secundario”.


Steve Jobs ha muerto el 5 de octubre, a la edad de 56 años, después de una larga lucha contra el cáncer. Desde el principio Steve Jobs tuvo una vida complicada, llena de cambios y de retos. Su madre biológica, madre soltera, le dio en adopción a una familia con pocos estudios y recursos limitados que le querían. Steve Jobs, ambivalente entre la cultura universitaria de su madre biológica y los estudios primarios de sus padres adoptivos, a los 17 años vagabundeó un tiempo por esta universidad de Stanford buscando las clases que más le pudieran gustar sin plantearse un estudio sistemático. Se levantaba cada mañana, con frecuencia del suelo del cuarto de algún amigo que vivía en la propia universidad para así no gastar dinero, y se dirigía hacia una clase que le resultara atractiva por alguna razón, ya fuera por el profesor o por el tema.

Mas tarde, con 20 años, desde un garaje, fundó Apple, y conjugó y vertió todo lo que había aprendido en esas clases con su genio característico para hacer algo radicalmente nuevo y original de elementos dispares conocidos. Jobs no inventó el ordenador, ni la tipografía, ni el ratón, ni los teléfonos móviles, ni las pantallas interactivas. Conjugó todo eso en unos artilugios nuevos, fantásticos, como nacidos en el hiperespacio, fáciles de utilizar, elegantes y distinguidos, y les dio un sentido y una utilidad comprendida y apreciada en culturas muy diferentes.

Si nuestro mundo está definido por los ordenadores, Steve Jobs ha definido a los ordenadores y les ha dado el sentido que ahora tienen. Ambicioso, carismático, innovador, deseoso de triunfar y demostrar su valía, después de haberlo conseguido tuvo que dejar su empresa, Apple, por discrepancias con un consejero delegado con más apoyos. La mayoría hubiéramos sucumbido a ese revés: ser suplantado por un advenedizo cuando has sido el creador. Jobs volvió a vagabundear hasta que pudo instalarse otra vez en el presente y crear dos compañías de éxito, una de las cuales compró la empresa de la manzana mordida, ese símbolo de Apple, como si sus productos fuesen una tentación a la que ha sucumbido media humanidad, la media humanidad que puede comprarlos, o puede entramparse para hacerlo. Jobs volvió a Apple e hizo que su valor subiera un 9.000% desde que la fundó hasta el día de hoy a base de invenciones cuya tecnología era menos importante que la belleza y el carisma que desprendían.

Steve Jobs también ha vivido con el cáncer, un cáncer agresivo y voraz que le ha matado al fin. Como una enseñanza más de las que iba a recibir en la universidad de Stanford de adolescente, el cáncer le ha servido para vivir intensamente, creativamente, con una energía sacada del quebranto de la propia enfermedad y con la verdad que hizo surgir del fondo de su corazón enardecido por la muerte. Él lo dice, en el discurso que cito más arriba, a los alumnos recién graduados de la universidad de Stanford, donde vagabundeó por un tiempo sin llegar a graduarse.

Este aprendiz de yogui se acuerda de una de las meditaciones budistas clásicas (Mahasatipatthana Sutta) que tiene que ver con la muerte. Consiste en meditar sobre la contemplación del cuerpo pudriéndose ya en un cementerio. No es una meditación muy agradable, pero te pone en tu sitio:

"Además, monjes, el monje compara este mismo cuerpo con el cuerpo arrojado al suelo del cementerio, muerto desde hace un día, o dos días, o tres días; hinchado, lívido y putrefacto de esta manera: Este cuerpo mío tiene la misma naturaleza, alguna vez será igual a aquel cuerpo y no está exento de este destino”.


Steve Jobs, fiel a sí mismo una vez más, fiel a su propia creatividad y a su pensamiento libre, hace algo distinto con la muerte. Dice a estos adolescentes de clase alta recién graduados que aprovechen la muerte porque es una gran oportunidad. La muerte es lo mejor de la vida porque, como un gran viento, deja el campo libre a lo nuevo, y porque nos encamina directamente a nosotros mismos, al corazón de nosotros mismos, ayudándonos a ir más allá de roles, dogmas, prejuicios y falsificaciones, nuestro tiempo es limitado y no podemos engañarnos. La primera idea sobre la muerte que Jobs nos expone los hindús ya la personificaban en Shiva, el dios de la destrucción, que consideraban imprescindible como complemento de Brahma, el dios creador. De la segunda idea, la de que la muerte nos desnuda de todos los disfraces para enfrentarnos a nosotros mismos, ya nos hablaba Jorge Manrique en el siglo XV, a su modo, en las Coplas a la muerte de su padre:

“Tantos duques excelentes,
tantos marqueses e condes
e varones
como vimos tan potentes,
dí, Muerte, ¿dó los escondes,
e traspones?
E las sus claras hazañas
que hizieron en las guerras
y en las pazes,
cuando tú, cruda, t'ensañas,
con tu fuerça, las atierras
e desfazes.”


Lo que Steve Jobs nos dice sobre la muerte desde nuestro siglo XXI quizá no sea completamente original, pero él hace otra vez una mezcla genial, una síntesis creativa llena de belleza, entusiasmo y osadía, hace de la muerte un artefacto poderoso, una oportunidad de libertad y realización de uno mismo que le sirve a toda la humanidad.

Adiós, Steve Jobs.

Queda inaugurado este blog

Después de muchas dudas, comienzo este blog.

Aunque todavía siga preguntándome qué puede ofrecer este aprendiz de yogui a las personas: ¿Lo que siente? ¿El sentido de su vida? ¿O cómo maneja esta vorágine de la calle en Cuatro Caminos, tan llena, tan heterogénea, tan alegre, tan caótica?

Todos tenemos a ratos la misma necesidad de un ancla que nos fije, un mástil al cual atarnos, como Ulises, para no perdernos en la fascinación fatal del canto de las sirenas en forma de anuncio publicitario, saber donde situamos nuestro norte y nuestro sur. Este aprendiz de yogui pretende tener sus coordenadas cada vez más definidas, y para ayudarse inaugura este blog. También tiene la esperanza de poder compartirlo.

Servirá para definir y concretar mejor lo que le guía, esforzarse más en una búsqueda espiritual que amplíe y de más vida a su vida, vaguear menos, andarse menos por las ramas, comunicarse con otras personas que busquen lo mismo a su modo, y que, juntos, puedan aprender y caminar con mayor paz y alegría.

Este blog tendrá cuatro secciones, definidas en las pestañas del blog:

  • Yoga físico o Hatha yoga: En esta sección hablaremos del cuerpo, su cuidado, ejercicios, asanas, alimentación y salud. Un yogui cuida su cuerpo porque es el vehículo para su yoga.
  • Yoga mental o Radja yoga: En esta trataremos temas de psicología y su relación con el yoga mental, métodos de concentración, meditación, y todo lo que se nos ocurra para calmar la mente y ponerla en su sitio.
  • Yoga del conocimiento o Jnana yoga: En esta sección abordaremos cuestiones teóricas, estudios y experiencias sobre yoga y espiritualidad. Desde una película, una obra de arte musical o plástica, o un libro, una vida o una enseñanza.
  • Yoga devocional o Bhakti yoga: La última sección es la más difícil, creo. Cuesta aceptar la valía que no es nuestra, cuesta hacer una profunda reverencia, cuesta ver en todo su esplendor. Esta sección quiere ser un escaparate de aquello que me emociona en lo más profundo de mi alma, que nos produce amor, veneración y fervor, que habla al corazón y alimenta nuestra ansia de Dios: un poema, un paisaje, una imagen, una película, una frase, una manera de ver el mundo, un objeto, una persona.